Geopolítica en Acción y la Deriva Hacia un Mundo Menos Pacífico



De acuerdo con lo que he postulado hace algún tiempo, tengo la percepción que nos encontramos en un período de cambio acelerado, impulsado por el decaimiento de grandes movimientos humanos (poder unilateral de EEUU, economía de los países desarrollados, la influencia cultural y política de occidente, el fin del efecto post-soviético) y el ascenso de corrientes multidimensionales más débiles pero de gran volumen (nacionalismos separatistas, Primavera Arabe, crisis financiera, inmigración masiva sur-norte, los países BRICS, las ambiciones territoriales de China).

Este cambio, o rebalanceo, traerá resultados inciertos pero sin duda removerá los viejos poderes provocando fricciones que pueden terminar an conflictos entre países. Pienso que este es el caso de Ucrania, en medio de dos mundos, Oriente y Occidente, se encontraría en la mira de dos bandos y que lamentablemente ya no pudo sostener su neutralidad, sacrificando su independencia relativa, derivando de la antigua influencia soviética a la esfera de la Unión Europea (y en consecuencia de la OTAN). Eso no le es conveniente a Rusia y ese es el mensaje: Si amenazas a Rusia, Rusia se defenderá... y lo hará, estoy cierto.

Nuevo orden mundial, viejos juegos de poder
David Brooks, The New Yor Times

En todas partes, el tejido de paz y de orden se está deshilachando. Los líderes de Rusia y Ucrania profundizan su retórica apocalíptica. La división entre sunitas y chiitas se agrava, mientras que Siria e Irak derrapan hacia el caos. China hace sentir su peso en todo el Pacífico.

Soy uno de los docentes de alta estrategia de la Universidad de Yale, y les pregunté a mis colegas qué significa lo que está pasando. Charles Hill, legendario funcionario del Departamento de Estado antes de dedicarse a la docencia, me respondió:

"El 'error categorial' de los expertos es decirnos que nuestro sistema funciona bien y que sigue su eterna marcha hacia un progreso y bienestar mayor. Es como pasar por el cementerio y mirar para otro lado".

"La gran lección de la historia de la alta estrategia es que cuando un sistema internacional establecido entra en fase de deterioro, muchos líderes actúan con indolencia y despreocupación, y con autocomplacencia. Cuando los lobos del mundo huelen esto, empiezan a moverse para sondear las ambigüedades del sistema que envejece y así arrebatar los bocados más preciados".

"Es lo que está haciendo (el Presidente ruso, Vladimir) Putin. Hacia eso se encamina China en aguas de Asia. Y de eso se tratan los levantamientos en Medio Oriente: determinar qué fuerza político-ideológica será hegemónica en la región en el futuro nuevo orden".

Y añadió: "El antiguo orden, alguna vez conocido como el 'Siglo Estadounidense', está dentro de la 'era moderna', que parece estar apagándose tras más de 300 años. La era que la reemplace no será moderna ni para nada agradable".

Cuando habla de orden moderno, Hill se refiere a un sistema de Estados que refrena los dos grandes vicios de las relaciones internacionales: el deseo de dominio regional y el deseo de eliminar la diversidad.

Según consigna la historia, las grandes potencias regionales suelen engullir a las naciones pequeñas, y los poderosos suelen tratar de imponer su versión de la verdad a los menos poderosos.

Pero en los últimos siglos, los líderes civilizados se agruparon para contener esos vicios. Ya en el Tratado de Westfalia de 1648 las potencias dominantes intentaron establecer procedimientos y normas que garantizaran las fronteras nacionales y protegieran la diversidad. Los hegemonistas, como los nazis y los comunistas, desafiaron ese sistema, pero las otras potencias presentaron batalla.

Actualmente, ese sistema está otra vez bajo asalto, pero no por parte de un único imperio, sino de un centenar de grandes y pequeños enemigos. Como sostiene Walter Russell Mead en un soberbio artículo en Foreign Affairs, la geopolítica está de vuelta, y para vengarse.

Ya se trate de Rusia al apoderarse de Crimea o de China al reafirmar su poderío, los juegos de poder a la antigua están de moda otra vez. Mientras tanto, movimientos y pueblos premodernos intentan eliminar la diversidad étnica y religiosa en Egipto, Ucrania y otras partes.

China, Rusia e Irán tienen diferentes valores, pero los tres se oponen a este sistema de pluralismo liberal. Estados Unidos enfrenta el dilema de morir de mil heridas. No existe un único problema individual que demande recursos ingentes para enfrentarlo. No vale la pena gastar enormes sumas del Tesoro para estabilizar a Siria o defender a la Ucrania prooccidental. Pero, conjuntamente, todos esos problemas menores tienen el potencial de socavar el sistema moderno. Ninguna dolencia menor que tenga un individuo merece el gasto de un tratamiento, pero la suma de muchos males puede costarnos la vida.

John Gaddis, otro gran profesor de alta estrategia, señala que hay que volver a las ideas de George Kennan del principio de la Guerra Fría, que según Gaddis siguen siendo relevantes para corregir esa mentalidad de "muerte por mil heridas". Para Gaddis, debemos contener esas amenazas hasta que hagan implosión.

El régimen de Moscú necesita de un mundo exterior hostil para mantener su estabilidad interna. Ésa es su debilidad. Si no nos comportamos estúpidamente ni tiramos demasiado la cuerda, Gaddis dice que "podemos estar seguros de que el germen de autodestrucción de Putin tiene raíces más profundas que el nuestro".

Es una idea inteligente, pero no estoy tan seguro de que el tiempo nos juegue a favor. La debilidad de toda política exterior democrática es la motivación. ¿Cómo hacer que el electorado apoye la constante carga de defender el sistema liberal?

Si ya era casi imposible cuando enfrentábamos a un enemigo obviamente amenazador como la Unión Soviética, mucho peor es hoy, cuando el sistema es comido de a poco por un centenar de amenazas menores.
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