El Fin de Chronos, Kairos en el Horizonte

 


“No escribimos para ser comprendidos; escribimos para entender”. C.S. Lewis


¡Han pasado 17 años!, me hacía ver el Sr. Kuro-Shang, del posteo de ¿Chronos y Kairos? Del 9 de diciembre del 2005 (ver). Y al releerlo de golpe recordé esa época que sigue siendo muy parecida a nuestro actual devenir, claro que con algunas “innovaciones y procesos creativos” en el camino, de ese tejido que ha crecido como un cáncer en el mundo y que quiere enseñorearse de la vida de todos. Se preguntarán ¿por qué?, no hubo otros posts y claramente si esa época se parece mucho a esta, es que no había mucha necesidad de reiterar lo que hasta el cansancio nos hemos acostumbrado a ver y considerarlo como parte de nuestra pedestre naturaleza, antes bien la necesidad verdadera era que despertaran algunos para despertar a otros de la urgencia de atender y combatir el mal de nuestra era.

Lucidamente la vida me ha mostrado que usar seudónimo da libertad para escribir con cierto rango de libertad, aunque siempre somos hostigados a pesar de ello por mostrar una crítica o una opinión independiente del consenso. Estos años han sido años de desafíos y despliegue de una astucia para no ser pisoteados por los abusadores e inclementes de la época que se han ido acercando capilarmente hasta la vida diaria queriendo controlarlo todo. Por eso recordando el libro del Señor de los Anillos que había sido desempolvado por las películas de esos años, hemos visto como algunas similitudes se han ido colando en nuestra realidad cotidiana.

Hemos sufrido diversos desafíos, pero más importante que ello, ha sido ver el devenir de nuestra humanidad, aporreada y atemorizada, acorralada y chantajeada en cada esfera de su vida, como si el ojo de Sauron estuviera llegando a su cúspide y la analogía del libro, estuviera cumpliendo su ignominiosa labor con esa presencia y oscuridad que todo lo llena, estruja el corazón y hace desfallecer la esperanza.

Pero nada más parecido al orden de la virtud y el bien, es la simulación de estas cualidades humanas cuando son torcidas para colar el mosquito y tragarse la rueda de alguna carreta. Saruman en la novela encarna esa simulación de bien que disfraza su ambición de poder devenido en locura, que se vuelve en maltrato y se auto justifica porque es lo que la razón indica que es lo que hay que hacer para sobrevivir.

Así hemos experimentado subrepticiamente el vaciamiento de los significados y el sentido de pertenencia y vínculos con la verdad, la bondad y la belleza, para caer en la mentira, la chabacanería y el culto de lo feo y grotesco, como afirmación de estas virtudes, por una reacción sin reflexión, del abuso que han hecho algunos poderosos y sus medios de toda índole, por manosear las verdades fundamentales de la existencia, corromper la bondad, para beneficio y abuso de algunos, que manejan los códigos subyacentes y la pantomima de una belleza crepuscular minada por un marketing y deformidad caricaturesca reiterada hasta las náuseas, para disimular la fealdad del alma que tiñe todo de oscuridad y pretende adueñarse de la esencia de lo que es el ser humano.

Laniakea han llamado a nuestro “continente galáctico” los astrónomos. 100 mil millones de galaxias donde está nuestra vía láctea, una brizna o mota de polvo en un universo de cientos de miles de millones de continentes galácticos, de cientos de miles de millones de galaxias y que decir de soles y sistemas planetarios. Somo en una palabra la “Nada”, pero sin embargo lo somos “Todo”. Que los continentes tengan estructura y sugestivamente un tronco central, tallo y filamentos como un sistema nervioso, una planta marina o terrestre, resulta de una belleza y similitud con el orden que hay en nuestra propia nada, en cada cosa que se ha ido desarrollando en este cosmos, de una belleza y armonía, que, si hay capacidad de contemplación, conmueve el alma. Por lo mismo nuestra propia existencia tan efímera nos habla de un desafío que es encontrarnos con un Dios, un creador, o lo que quieran buscar como principio de una identidad compartida con alguien más grande, que nos habla de Él mismo en cada cosa que podemos ver.

¿A qué va la reflexión?, pues que cuando la política y la economía y nuestra vida en sociedad y el espíritu que alienta las cosas del mundo como son las estructuras religiosas de la tradición que sean y nuestro devenir expresan la podredumbre del alma en cada una de estas instancias y queda develado que todo puede derrumbarse producto de ese mal que nos aqueja, es que debemos volver a mirar con perspectiva la belleza del ser humano y la vocación a crecer en el amor propio, que no es lo mismo que el culto enfermo del ego narciso, pues no hay más sentido para la vida inteligente que esta perspectiva de amarse y reconocerse amado, ya que ese “no somos nada” en ese espacio infinito de vacío y todo, nos indica que “lo somos todo” en ese infinito y lo somos todo para un alguien. No les daré respuestas prefabricadas, porque cada uno es soberano y tendrá la posibilidad de encontrar sus respuestas y dialogarlas con quien quiera.

Chesterton decía en Ortodoxia, que el "Yo" es más remoto que cualquiera estrella y el Hubble y el James Webb, nos han mostrarnos la magnitud de las distancias siderales de nuestro universo, para comprender nuestra pequeñez e insignificancia y el drama que tenemos entre los yoes de esta humanidad. No somos capaces de acercarnos unos a otros, ni entendernos si no es desde el conflicto, como expresión deforme de algo que ha sido profundamente herido y corrompido por mentiras, porque nos han arrebatado el sentido de humanidad compartido y la mirada generosa que contempla con cariño a cualquier otro, incluso el que me asalta como antagonista en una discusión de un chat.

Nada en nuestra vida nos prepara para la falta de amor, la indiferencia, el aislamiento, el maltrato, la invisibilidad de no ser considerado en el dolor y mucho menos en los sueños y esperanzas, ya que el sistema neurológico del ser humano para dar todo su potencial necesita experimentar el amor en su vida, la violencia trunca ese potencial, y es que hay un pequeño y selecto grupo de personas que urden conflictos y hieren a la humanidad porque se creen dueños, de lo que no les pertenece, esa humanidad con sus preguntas, necesidades y proyectos, que está llamada a descubrir para que fue su llamado a la vida. Pero es ese Sauron creyendo que con miedo y violencia logrará quedarse con todo, el que se enseñorea de la falta de esperanza y horizontes, el que golpea y destruye al débil y quiebra la caña que está a punto de doblarse, el que cree que gana algo con ello y que controla atando con el poder ofrecido a todos a las tinieblas con sus anillos de poder. ¿Y luego qué, después de obtenerlo todo y eliminar a todos los que le hagan sombra o se opongan? Una eternidad de soledad, sin sentido, creyendo que podrá dominar el universo y salir a conquistar las estrellas. Ilusos y extraviados los que creen que nuestra humanidad se moldea como una película de alta factura visual de la industria del entretenimiento.

La vida encierra un misterio y ese no se puede someter. Nicolai Berdiaev, filósofo ruso del siglo 19 y 20, que debió huir de la Unión Soviética, porque la conjuntivitis de Sauron no aceptó la libertad de Berdiaev para pensar y escribir, lo tenía claro, la historia humana encierra una tragedia y un misterio, porque ocurre en el tiempo y este no es más que una tensión permanente hasta la realización y su culminación. En medio de ella lo que Dostoievski se atrevió a exponer con su reflexión del Gran Inquisidor, dentro de los Hermanos Karamazov, cuando aún había un Zar, es de una lucidez y libertad sanadora.

El inquisidor se presenta como quien quiere “liberar a los hombres” del peso de la libertad en nombre de la felicidad de todos. Esta idea es la que ha dado lugar a las “castas” que se apropian de la “verdad” para mandar al resto de la humanidad, los fariseos, los antonianos, los patricios romanos, la mayoría de los nobles de todas las culturas (ha habido honrosas excepciones), la Inquisición, la religión del socialismo del siglo XX y la religión del socialismo cultural del XXI, que reivindican para sí toda fuente de bien para el ser humano, todas ellas no son más que las religiones del Gran Inquisidor, el Amo del Mundo, el Interventor, que se basa en la sustitución de la libertad por la coacción, a fin de reemplazar la libertad trágica de hacerse cargo de la propia vida y sus acciones, es decir de ese continuo de tiempo que encierra a los “fantasmas” de esos señores que prometieron fidelidad y sus brazos para la gran lucha con el mal (El Retorno del Rey), pero desertaron y su traición a su propia historia, se tradujo en una no existencia que devino en volverse fantasmas, que buscan hacer sucumbir a los que se atemorizan ante la perspectiva de la apertura de la eternidad, que la tierra y el cielo se vuelvan a tocar.

No olvidemos que a Jesús se lo crucificó cumpliendo la ley y las normas, amañadas, sí, pero se hizo una justicia que devenía en una impostura e injusticia que no toleraba la libertad de quien sanaba en sábado y declaraba ser hijo del Dios Vivo. En el Retorno del Rey vemos como el mundo ha sido corrompido y decaído y la esperanza es una débil mota de lealtad y amistad que a pesar del desaliento y los contratiempos logra hacer sus sacrificios que van ensanchando la esperanza.

“Alrededor de esto se desarrolla el drama de la historia, con su continua lucha entre el principio de la libertad y el de la necesidad, lucha en la cual triunfan alternativamente uno u otro”. (Berdiaev, El Sentido de la Historia).

“El tiempo no sólo se halla dividido en partes, sino que cada una de ellas se subleva contra la otra: el futuro se rebela contra el pasado, y éste lucha contra el principio destructor del futuro. El proceso histórico temporal es una lucha constante, trágica y desgarradora entre estos fragmentos del tiempo, entre el futuro y el pasado. Este desgarramiento es tan extraño y terrible, que, en último extremo, transforma al tiempo en algo fantasmagórico, pues, analizando los tres momentos, las tres partes del tiempo, puede uno llegar a la desesperación: los tres momentos se revelan fantasmales e irreales, porque, en realidad, ni el pasado, ni el presente, ni el futuro tienen existencia, …. “

“Si la historia fuese un proceso sin final, una infinidad perversa, carecería de sentido; la tragedia del tiempo no tendría salida alguna y el objetivo de la historia sería irrealizable, al no poder ser realizado en el ámbito del tiempo histórico. El destino del hombre, que está en la base de la historia, presupone una finalidad metahistórica, un proceso metahistórico, una realización metahistórica del destino de la historia, realización que se sitúa en una dimensión diferente, eterna”. (Berdiaev).

En el momento en que un sistema sea capaz de arrebatarle el libre albedrío al ser humano de forma universal, la historia humana, cesará y se desarrollará ante nosotros la maravilla y el estupor de lo que siempre estuvo ahí a nuestro lado, pues no puede desarrollarse una pseudo historia, manipulada por los hilos de titiriteros, con pretensiones mesiánicas y de auto deificación que buscan escapar a su herencia y en que cada cual elegirá servir a su propio Señor y Soberano, ya que más pronto que tarde, en la escala del tiempo, nuestro tiempo, el dueño regresará a pedir cuentas de lo hecho en ese continuo.

Se nos avisó del “Retorno del Rey”, y por Él esa distancia sideral de los yo egoísmos ya no existe, para quien quiera verlo y dejarse orientar y no hablo de las estructuras que han sido usurpadas, cuando estaban llamadas a servir la verdad, la bondad y la belleza y es que ¿qué más ordenado y justo que el cumplimiento de la ley?, pero al más puro estilo de la fantasía que nos han colado en el subconsciente, que parece y actúa como coacción y venganza que encierra la amenaza real que ata la libertad del ser humano a un velado chantaje sobre su real y propia autonomía, con la muerte social, del crédito social, la honra social, la salud en sociedad, pases verdes, estrellas de David, estrellas rojas, pañuelos negros, morados, verdes, pulseras rojas, negras, multicolores o lo que se valore para ser en un sistema, que como la hidra crece para totalizar y enseñorearse de la vida toda, no dejando espacio para lo que es propio y libre. El ser viviendo su propia historia y aprendiendo a sujetarse al cumplimiento de la ley del Amor.

“Hay muchas clases de alegría, pero todas conducen a una: la alegría de ser amado”.

“Sin memoria, ¿cómo vas a encontrar el camino de regreso al lugar de donde viniste?”.

“Los humanos viven por creencias, y las creencias se pueden manipular”.

“Nada puede suceder más de una vez, pero todas las cosas deben suceder un día”.

“Importa mucho el cuándo y el cómo se hace algo por alguien”.

“Lo que he comenzado debo terminarlo. He ido demasiado lejos para dar marcha atrás. Independientemente de lo que pueda pasar, tengo que seguir adelante”.

Todas estas frases encierran una lección para la vida y nos hablan de una vida con sentido. Michael Ende en su Historia Interminable refleja la vocación de regeneración de la humanidad en cada persona, para su propio tiempo.

Pero por otra parte los titiriteros que juegan a inocular temor y miedo nos dicen que anhelemos su justicia, sus verdades, sus bondades y pseudo bellezas, pero no nos atrevamos a vivirlas sin temor, porque el temor alimenta al leviatán que les da su propia ilusión de poder y control. Engañan engañándose y se han hecho servidores del mentiroso y primer homicida. Hacerse con y totalizar la vida espiritual del ser humano para encerrado en una realidad virtual modelada para tener a todos como los muppets, saltando de un lado al otro como parodias de humanidad sin humanidad, sino léanse las opiniones de los transhumanistas, líderes de la cuarta revolución industrial, filósofos, economistas, políticos, proponen una pseudo vida, con una pseudo humanidad, pantomímica de la mente torcida detrás del escenario y construida para esta voluntad de poder, que es la máxima aberración de anti-humanidad, que le da la espalda a esa belleza que Laniakea enlaza con toda la vida de la Tierra y con esta propuesta de pseudo vida, colocan la piedra final para la tumba de estos personajes, a quienes el piso amenaza con tragárselos con tanta mentira, que está pronta a reventar como verdad que se proclamará y voceará a voz en cuello por los tejados, no dejando nada quede oculto, ni cubierto por las sombras de la noche.

“Un movimiento sin la perspectiva del final, sin la escatología, no es historia, no posee un plan, un sentido, una meta interior. A fin de cuentas, un movimiento que no se encamine hacia un fin que lo consume, termina por convertirse, de un modo u otro, en movimiento circular. Por eso la eliminación del sentido inherente al proceso histórico hace imposible la percepción de este mismo proceso.” (Berdiaev).

Así como el sacrificio de uno en El Señor de los Anillos, que deja su corazón herido para siempre, con el personaje de Frodo, empezamos a comprender con una imagen de la literatura, que tenemos la experiencia manoseada y deformada de lo que representa morir u ofrecerse como moneda de cambio por los amigos, ahí donde los inquisidores quieren una vida eterna como premio por su persecución a los que no son como ellos, con todo el espacio como su hogar, sin haber hecho nada para merecer un solo día como herederos del cosmos, así debemos recordar que en nombre de la ley y la justicia se han cometido atrocidades y crímenes inenarrables en estos siglos y han escalado ahora en su creatividad por provocar más y más dolor.

“(…) Y la alegría lo llenó de la cabeza a los pies, alegría de vivir y alegría de ser él mismo. Porque ahora sabía otra vez quién era y de dónde era. Había nacido de nuevo. Y lo mejor era que quería ser precisamente quien era. Si hubiera tenido que elegir una posibilidad entre todas, no hubiera elegido ninguna otra. Porque ahora sabía: en el mundo hay miles y miles de formas de alegría, pero en el fondo todas son una sola: la alegría de poder amar. Eran aspectos de una misma cosa.” (Michael Ende).

“La historia terrena ha de entrar de nuevo en la historia celeste, las fronteras que separan a este mundo del más allá, fronteras que no existían en los albores de la vida del mundo, han de desaparecer. Los mitos nos hablan de la no división primordial entre lo celeste y lo terrenal; al final de la historia, «este mundo» enclaustrado en sí mismo, esta realidad terrestre, dejara de existir, El eón en que se sitúa nuestro mundo va envejeciendo poco a poco; al igual que un fruto cuya cáscara revienta cuando está maduro, la corteza que separa a nuestra realidad terrestre del otro mundo estalla y desaparece, De esto nos habla de manera velada y simbólica el Apocalipsis. Se rompen las ataduras del tiempo, desaparece el círculo cerrado de la realidad mundana, e irrumpen en él, las energías de otros niveles de realidad; la historia de nuestro mundo termina y, a través de este final, adquiere un sentido.

Considerado aisladamente, cualquier día de nuestra vida carece de sentido; sólo cobra sentido si se lo considera juntamente con todos los demás”. (Berdiaev)

Perdonen ustedes si la literatura fantástica, la filosofía de la historia y algunos escritores o imágenes plasmados en estas líneas no les hacen sentido. La verdad es que hoy más que una denuncia, es necesario replantearnos nuestra posición cuando se nos pida colocarnos a un lado del manipulador y abusador, o en su contra, a pesar de todas las amenazas u ofertas seductoras, de hacerse parte de ese oropel u oro de los tontos, que sólo engendrará más sufrimiento al que lo acepte.

Espero que no pasen otros 17 años para compartir algo más con ustedes invisibles lectores, pero si hay que esperar, lo haré, aunque ande lejos y ya no tenga como escribir ni transmitir nada por ningún medio, yo sabré, ustedes sabrán, que soy igual que ustedes, un recorre caminos, que traga el polvo suelto y chorrea el barro y el agua sintiendo el frío en invierno y sudando, con los pies adoloridos y las coyunturas quejándose, por el calor en el verano, sabiéndose eso sí, que es amado y que por ello puede amar de la forma que es amado.

Felices ustedes que han llegado a recibir la corona de los justos, humildes y fraternos porque se dejaron amar y sanar por el que todo lo puede y cuyo nombre es “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”. (Isaías 9:6).

Trancos

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