Bradford DeLong: Por qué la Gran Recesión es ahora una Depresión


Por qué la Gran Recesión es ahora una Depresión
Por J. Bradford DeLong
01 de septiembre 2014


Primero fue la crisis financiera de 2007. Luego se convirtió en la crisis financiera de 2008. Después fue la recesión de 2008-2009. Finalmente, a mediados de 2009, en lo que se denominó la "Gran Recesión." Y, con el cambio de ciclo económico en una trayectoria ascendente a finales de 2009, el mundo dio un suspiro colectivo de alivio. No teníamos que pasar a la temida palabra con D.

Pero la sensación de alivio fue prematura. Contrariamente a las afirmaciones de los políticos y sus asesores de alto rango de que el "verano de la recuperación" había llegado, los Estados Unidos no experimentaron un patrón en forma de V de reactivación económica, como lo hizo después de las recesiones de finales de 1970 y principios de 1980. Y la economía de Estados Unidos se mantuvo muy por debajo de su tendencia de crecimiento anterior.

De hecho, de 2005 a 2007, el PIB de bienes de los Estados Unidos (ajustado a la inflación) creció poco más de 3% anual. Durante 2009 la cifra fue 11% menor - y ha bajado desde entonces en un 5% adicional.

La situación es aún peor en Europa. En lugar de una débil recuperación, la zona euro experimentó una segunda contracción que comenzó en 2010. El PIB real de la zona euro fue de un 8% menos que la tendencia de 1995 a 2007; hoy, es un 15% menor.

La pérdida de producción acumulada en relación con las tendencias 1995-2007 se sitúa en un 78% del PIB anual de los EE.UU., y a un 60% para la zona euro. Es una extraordinaria cantidad de prosperidad perdida - y un resultado mucho peor de lo esperado. En 2007, nadie previó la disminución de las tasas de crecimiento y la producción potencial que los organismos de estadística y de formulación de políticas están estimando
ahora.

Para el año 2011, estaba claro - al menos para mí - que la Gran Recesión ya no era un apodo preciso. Era el momento de empezar a llamar a este episodio "la Depresión Menor."

Pero la historia no termina ahí. Hoy, las economías del Atlántico Norte enfrentan dos impactos adicionales a la baja.

El primero, como señala Lorcan Roche Kelly de Agenda Research, fue discutido por el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, durante un discurso reciente. Draghi reconoció que en Europa la inflación se ha reducido de alrededor del 2,5% a mediados de 2012 al 0,4% en la actualidad. Luego sostuvo que ya no podemos suponer que los impulsores de esta tendencia - como una caída en los precios de alimentos y energía, el alto desempleo y la crisis en Ucrania - son de naturaleza temporal.

De hecho, la inflación ha venido disminuyendo durante tanto tiempo que ahora amenaza la estabilidad de precios - y las expectativas de inflación siguen cayendo. El tipo de canje de cinco años (swap rate) - un indicador de las expectativas de inflación de mediano plazo - se ha reducido en 15 puntos base desde mediados de 2012, a menos del 2%. Por otra parte, como ha señalado Draghi, las tasas reales de corto y mediano plazo se han incrementado; las tasas de largo plazo no lo han hecho debido a una disminución de las tasas nominales a largo plazo que se extienden mucho más allá de la zona euro.

La declaración posterior de Draghi de que el Consejo de Gobierno del BCE utilizará "todos los instrumentos no convencionales disponibles" para salvaguardar la estabilidad de los precios y las expectativas inflacionarias dentro del mediano - largo plazo son decidoras. La pretensión de que la zona euro está en el buen camino hacia la recuperación se ha derrumbado; la única manera realista para leer los mercados financieros es anticipar una recesión en tres fases.

Mientras tanto, en los EE.UU., la Reserva Federal bajo Janet Yellen ya no se pregunta si es apropiado detener la compra de activos a largo plazo y elevar las tasas de interés hasta que haya un repunte significativo en el empleo. En cambio, a pesar de la ausencia de un aumento significativo en el empleo y un aumento sustancial de la inflación, la Fed ya está reduciendo sus compras de activos y considerando cuando, y no si es que, eleva las tasas de interés.

Hace un año y medio, los que esperaban un retorno a la senda del potencial de producción en 2017 - lo que eso significase - estimaban que la Gran Recesión en última instancia costaría a la economía del Atlántico Norte alrededor del 80% del PIB de un año, o $13 billones (millones de millones) de dólares en pérdidas de producción. Si tal recuperación de cinco años comenzara ahora - un escenario muy optimista - significaría pérdidas de alrededor de $20 billones de dólares. Si, como parece más probable, la economía se desempeña durante los próximos cinco años como lo ha hecho durante los últimos dos, y luego toma otros cinco años para recuperarse, se habrá perdido la masiva suma de $35 billones de dólares en riqueza.

¿Cuándo vamos a admitir que es hora de llamar a lo que está sucediendo por su verdadero nombre?

J. Bradford DeLong es profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigación Económica.

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